sábado, 29 de junio de 2013
Jueves noche
lunes, 16 de julio de 2012
CUANDO
viernes, 13 de abril de 2012
RÁFAGAS DE LOS SUEÑOS
Y así transcurrió su día, sin ninguna otra alteración, solo aquel sueño...aquel sueño que soñó dormida sin posibilidad de ser soñado despierta.
sábado, 31 de diciembre de 2011
ABRIENDO UN NUEVO LIBRO
Me he propuesto tantísimas cosas para este 2012…pero este 2012 ha llegado gracias al transcurso previamente de un larguísimo y a la vez un tanto espantoso 2011, así que señalaré lo más significativo e importante de este 2011 que ha sido mi embarque en una nueva y gratificante etapa que es la Universidad. Ha sido un cambio de aires muy necesario, nuevos ambientes y nueva gente.
Mi frase para este 2012: Quererme y queredme como soy. Los que no lo hagáis es que nunca lo habéis hecho.
sábado, 24 de diciembre de 2011
LA TECNOLOGÍA DEFECTUOSA DE LOS RECUERDOS
Todos hemos tenido nuestro día reflexivo. Quién diga lo contrario, miente. Y como personas melancólicas y totalmente masoquistas qué mejor plan para estos días que sentarnos frente al ordenador a recopilar fotos de nuestros mejores momentos. Pero no todo queda ahí. Como cualquier buen masoquista (nivel experto), le damos un último toque. La música. Pero no reggaetón o música electrónica, mejor aquellas canciones que sin foto nos sensibilizan pero que ya si le unimos esta es el no va más. Somos así, nos gusta sufrir. Especialmente a nosotros los negativos (Hola a todos desde aquí).
Olvidad este pequeño inciso colmado de ego.
Cuando por algún descuido borramos o perdemos alguna fotografía sentimos rabia y nos parece como si hubiéramos perdido algún recuerdo que queremos. Sin embargo, nos equivocamos. Los recuerdos no son objetos, no son fotografías que tú puedes guardar en un álbum o en una carpeta dentro de tus documentos (o una carpeta dentro de la carpeta que está en otra carpeta, para los que temen que sus fotos sean vistas por sus progenitores). No son solo eso. Los recuerdos son resultado del proceso de elección de nuestra mente. Pero esta máquina de elección funciona como cualquier aparato tecnológico y como tal, tiene su pequeño defecto de fábrica. No sabe diferenciar entre los buenos y los malos momentos.
Por esta misma razón existen dos tipos de recuerdos: los buenos momentos que son aquellos recuerdos elegidos por nosotros mismos; y los malos momentos que se convierten en recuerdos automáticamente, sin nosotros elegirlo. Aunque a este último no me gusta llamarlo recuerdo porque no lo es. Para mí, recuerdos es sinónimo de bello, felicidad, alegría, momentos irrepetible, pero nunca malos momentos porque lo que queremos hacer con esto es olvidarlos. Recuerdos y olvido o lo que es lo mismo incompatibilidad.
Inmersos en la Navidad, ya se acerca el día de reyes. Yo acabo de decidir mi regalo. Quiero una de estas máquinas pero sin defecto de fábrica, que únicamente recoja los buenos momentos y a las buenas personas que los hacen posibles. Y como somos lo que recordamos quiero ser alguien que solo se sustente y se nutra de buenos recuerdos.
sábado, 19 de noviembre de 2011
Estando sin estar
En los albores de la mañana desperté. Todo estaba oscuro, solo sabía lo que allí había porque podía tocarlo con los fríos y ásperos dedos de mi mano. Abrí de par en par las ventanas y sentí como una suave brisa de primavera acariciaba mi cara, como recorría suavemente mis pestañas o como mecía mi atolondrado y dulce cabello. Me dispuse a mirar aquel paisaje que ante mis ojos se mostraba. Los jazmines lucían más bellos que nunca. Allá a lo lejos se podía divisar a una familia paseando alegremente por el parque mientras que el más pequeño de los hijos no dejaba de mirar embelesado como los peces y el agua se volvían solo uno. Mientras tanto en el banco situado justo detrás de él, un jovencísimo y apuesto chico -corta melena, ojos verdosos y rasgados, y un elegante sombrero negro- trazaba con su lápiz unas líneas que perfilaban la cara de aquel niño mientras este seguía intentando asimilar la belleza de todo aquello que sus ojos estaban contemplando atónitos. De forma inesperada la mirada de aquel pequeño se dirigió hacia mi ventana. Sonreí y me sonrió fugazmente, mientras me iba retirando lentamente de la ventana, y él volvía a acariciar la mano de su madre.
Retiré el sillón del lado del armario y lo situé justo delante de la ventana. Sentada divisaba una perspectiva totalmente distinta a la anterior. Pero era tan valiosa como aquella. Cielo azul inmenso, las copas de los pinos y unos cuantos pajarillos revoloteando las hojas. Extendí mi mano y abrí el cajón de la mesita que quedaba justo a la izquierda de la cama. Revolví todo su interior y lo saqué. Cuaderno y pluma en mano. Todo lo que necesitaba en esa mañana de domingo primaveral. Inspiración. Sí, inspiración, cuaderno y pluma. Lo tenía todo. Me evadí del mundo y comencé…
“Todas las noches me imagino que estás ahí, en la otra mitad de cama que sobra. Me duermo creyendo que de un momento a otro tus brazos me rodearán, que cuando despierte de madrugada me giraré y podré encontrar en ti el calor que no me dan las sábanas. Soñar. Sueño. Sueño que sí, que estás, que no son invenciones propias de mi cabeza, que no son solo eso, sueños.
Recuerdo como la tarde anterior pasamos horas y horas sentadas en un banco mirando la gente caminar. Niños correteando, un joven arrancando una bella flor para regalársela a su novia que lo miraba de forma especial. Algo parecido a como tú me miras. Todo eso pasaba ante nuestros ojos como si de una película se tratase, mientras tú sujetabas fuertemente mi mano y me contabas a lo que habías dedicado el día. Nos despedimos. Después te volvería a ver. Formarías parte de mí aquella noche…
El cantar de los pájaros me despierta. Extiendo mi brazo buscándote, intentando buscar tu pelo, tu cuello, tus manos, algo que me diga que estás ahí, que eres tú. Pero solo encuentro un vacío inmenso. Y sábanas, sábanas enrolladas y arrugadas que no han encontrado un cuerpo al que cubrir durante la noche. ¿Dónde estás? ¿Acaso te has despertado y has querido dejarme descansar? Intento buscarte. No estás. No estás porque nunca has estado. Todo han sido sueños. Durante la noche ellos han recreado todo lo irreal, todo aquello que nunca llegará a pasar. Pero pienso ¿Alguna vez estarás? Si no estás no es porque no quiera o porque no intente cada día que tus ojos se crucen con los míos. Despierto pensando y dedicándome a ti. Pero tú no lo ves. Tal vez en eso consista el amor, en hacer y deshacer continuamente aunque tengas la certeza de que nunca será para ti”
Alguien se fue. La inspiración. Y con ella cierro mi cuaderno y pluma. La brisa primaveral comienza a hacerme tiritar. Cierro la ventana, y con ella, esta pequeña historia.
martes, 21 de junio de 2011
EL PASO DEL TIEMPO
“El paso del tiempo” es una expresión que en ocasiones provoca el distanciamiento entre familiares o amigos, es la clara causante del envejecimiento o entre otras muchas cosas el tiempo es como ese acelerador que pisamos y hace que veamos como la vida pasa rápidamente delante de nuestros ojos.
El tiempo comienza a correr desde nuestro primer segundo de vida en este mundo.
Apliquemos esta expresión a la vida misma. La vida es el lugar en el que con el paso de los años vamos recibiendo un aprendizaje, aprendes a andar, hablar, nos enseñan lo que debemos o no debemos de hacer, entre otras muchas cosas. Llega el día en el que nos adentramos en aquel lugar el cual nosotros veíamos como el peor de los castigos nunca antes visto, el colegio, donde te encontrabas con más niños como tú, y tú siempre preguntabas ¿y por qué hay que ir? y la respuesta por excelencia siempre era la misma "¡para aprender!", tú aceptabas y resignada agachabas la cabeza.
Después de tus largos años aprendiendo en el colegio, debes elegir la profesión que ejercerás y de la cual vivirás de ella para el resto de tu vida, en ese momento te paras un momento a reflexionar y recuerdas como si fuera ayer como tus pequeñas manos hacían un castillo de arena, como tu diminuto cuerpo se deslizaba por un tobogán, como con tus manos hacías a tu barbie salir a pasear con Ken o como con tu caja registradora te convertías en la dependienta más joven de la historia de los supermercados. Te acuerdas de aquellos momentos en los que nada te importaba, en los que te reías de todo porque de nada entendías o no te hacían daño porque te veían indefenso. En ese momento de reflexión te das cuenta que el tiempo ha provocado que tus manos crezcan y ya no quieran jugar con la barbie o hacer castillos de arena o también que olvides el nombre de aquella compañera con la que coloreaste cientos de dibujos.
Durante todos esos años, has ido conociendo a diferentes personas, unas siguen contigo, otras se quedaron en el camino, y otras aún están por venir, de algunas guardas buenos recuerdos, de otras intentas incluso ni acordarte, pero todas han formado parte de alguna fase de la proyección de tu vida, todo debido por supuesto al paso del tiempo o lo que es lo mismo al paso de la vida.
En todo esto se basa la vida, en crecer, en vivir, en conocer a personas, en querer, en ser querido, y sobretodo en ser feliz, porque para eso está para aprovecharla porque es y será el mayor sueño que jamás podremos tener.
Y al igual que un día cualquiera nacemos, otro día cualquiera morimos, al igual que con nuestra llegada, sin explicación alguna, nos marchamos, es decir, no somos nada, estamos aquí porque nos han dado la oportunidad de estar simplemente. Haciendo un símil la vida se asemeja a un vagón de tren en el que te montas y en cualquier momento del camino puede pararse sin avisarte, por eso, hay que vivir con la mayor positividad del mundo, porque en un abrir y cerrar de ojos, ese tren frena y desaparecemos.
Vida solo hay una y el tiempo corre detrás de ella como su peor enemigo.